jueves, 27 de octubre de 2011

Nacer ,Vivir, Crecer

Que naciera un 29 de abril de 1991 en un pequeño hospital de Málaga creí que fuera algo determinante en mi vida, más allá de mi lugar de nacimiento. No me gusta decir que soy malagueño ya que le tengo cierto reparo a esa inacabable ciudad en obras y atascos. Simplemente me considero de Fuengirola, un pueblo tirando a ciudad donde pasé mis mejores años de vida.


El ser hijo de un sueco establecido en la costa desde bien joven y una madre natal de allí me ayudó a abrir un abanico de posibilidades que ahora, a mis veinte años, me ha sido de gran utilidad. Más allá del control de ambas lenguas y las facilidades que eso me ha desarrollado para poder aprender otras, he podido conocer dos culturas que son básicamente contrapuestas pero igualmente atractivas para mi punto de vista. La frialdad y el pensamiento nórdico quedaron reflejados en mi personalidad al estudiar hasta cuarto de primaria en un colegio totalmente sueco, mientras que el carácter andaluz fuertemente marcado, las costumbres y el estilo de vida se quedaron plasmados en mí al estudiar el instituto y el bachiller en un colegio privado de Marbella. Me costaría decir con certeza qué parte de mi persona es la que responde al perfil andaluz o nórdico. De igual manera no sabría distinguir cuales son las fuentes que me han hecho crecer hasta convertirme en la persona que soy. Supongo que la constancia, la fortaleza y el carácter marcadamente cristiano de mi madre me ha convertido en una persona respetuosa y comprensible mientras que la intensidad y el esforzarme por hacer todo de manera correcta es gracias a mi padre.

Mi paso por un colegio español en los años más decisivos de la vida de cualquier persona, y con estos me refiero a la adolescencia, me hizo comprender cosas que me abrieron los ojos y las dificultades que se pueden presentar más allá del ambiente festivo de la Costa del Sol. Nunca fui mal estudiante y eso es gracias a la constancia y presión de mi madre en el tema de los estudios. Aunque pasé por épocas de rebeldía típicas de la edad, mi carácter quedó fuertemente impactado por la pasión que aprendí a desarrollar en esa época a través del Rock N Roll que me enseño una manera de expresarme y dejar fluir mis pensamientos, sentimientos y emociones a través de las letras y acordes.

Mi crecimiento y adolescencia pasaron bastante rápido gracias a mi familia y a mi grupo de amigos. De lunes a viernes íbamos al colegio con un horario bastante amplio, que poco dejaba para perder el tiempo cuando llegábamos a casa a las 6 de la tarde. Por el contrario los fines de semana los pasaba en un pequeño garaje donde ensayábamos y tocábamos las canciones de la gente a la que admirábamos. El paso del tiempo fue cambiando hábitos y las chicas y los pubs pasaron a un plano más importante.

No me arrepiento de nada y creo que nadie debería hacerlo a no ser que siga en el error sin haber intentado por lo menos poner remedio a esto para solucionarlo.

Acabar el bachiller no fue difícil y la selectividad fue un paseo interesante, acompañado de risas y sudor en una sala de estudio. Fue ese verano el que me llevó hasta un punto más alto de madurez y sensatez, empecé a comprender y pensar más como un adulto que como un joven niñato. Entendí el porqué de mi traslado, bajo ayuda y presión de mis padres, a una universidad en Navarra, a lo que yo en un principio renegaba y ponía excusas. Ahora puedo decir a boca llena que este ultimo y gran cambio de mi vida ha supuesto el mayor cambio de todos y también el mejor. Gracias a esto soy quien soy y el día de mañana podré decir con la cabeza bien alta que mi carácter, mi persona, mi manera de pensar y yo en general soy lo que he vivido, los errores y aciertos de mi familia y ante todo quien yo he querido ser.

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